Luisón es el séptimo y último hijo de Taú y Keraná, sobre él cayó la mayor maldición que pesaba sobre sus progenitores. Su sólo nombre aterroriza. Este ser espeluznante se halla ubicado en la encrucijada de los caminos de la vida y de la muerte. Como puede exornar el ánima en sus andares, es el monstruo más temido y aborrecido de los engendros malditos.
Otros mitos emparentados traen justicia y venganza, castigos a los que se exceden; protegen la flora y la fauna; otros devoran hombres y mujeres, otros roban niños, silban y merodean. Luisón daña más que todos estos penantes. Hace imposible la vida del más allá. juega con el destino del alma, que se vuelve irredimible una vez que él interviene en el colmo de su obrar maléfico, Por eso es tan temido.
Se dice que los días viernes y los martes también al comenzar las sombras de la noche a adueñarse de pueblos y comarcas en su avance penumbroso, Luisón pierde sus formas humanas para transformarse en un perro de horrible aspecto, quizá un lobo de dientes afilados y de diabólico intento que busca los cementerios para revolcarse encima de los cadáveres y alimentarse de ellos. A la media noche, con ojos relampagueantes sale en busca de seres humanos para convertirlos en otros malditos luisones, lo que logra asustándolos y pasando por debajo de las piernas de los hombres que sorprenden en su maléfico paseo nocturno. A veces jaurías de perros lo persiguen y ladran sin acercársele. Un olor nauseabundo le acompaña, su aspecto hiela la sangre en las venas y enloquece a los hombres que se dejan sorprender.
Su andar termina al clarear el nuevo día, retornando sus humanas formas regresa a sus ocupaciones, donde se lo ve sucio, cansado, esquivo, de mirar doliente y melena desgreñada. Las gentes no saben si tenerle lástima o sentir repulsión ante la duda hiriente de que sea o no Luisón.
Es similar el caso de los vampiros, al presentirlo todos se santiguan y callan. Es el hombre lobo temible y de hábito atroz, capaz de hacer perder al hombre su condición humana transformándolo en penante bestia y demonio. Devora la carne de los muertos y el alma de los vivos. No conocen los Guaraníes mayor desgracia que ésta, por eso huyen de él.
Dice la mitoreferencia que al nacer Luisón brilló en los cielos la conformación de estrellas conocidas como Las Siete Cabrillas en señal de que la maldición que afligía a Taú y Keraná había cesado, Según la Mitología Guaraní [de Rosicrán] este monstruo y sus seis hermanos deambulan sobre la tierra.
En diversos países, incluso India, y los de Europa, este supuesto es conocido.
Otros mitos emparentados traen justicia y venganza, castigos a los que se exceden; protegen la flora y la fauna; otros devoran hombres y mujeres, otros roban niños, silban y merodean. Luisón daña más que todos estos penantes. Hace imposible la vida del más allá. juega con el destino del alma, que se vuelve irredimible una vez que él interviene en el colmo de su obrar maléfico, Por eso es tan temido.
Se dice que los días viernes y los martes también al comenzar las sombras de la noche a adueñarse de pueblos y comarcas en su avance penumbroso, Luisón pierde sus formas humanas para transformarse en un perro de horrible aspecto, quizá un lobo de dientes afilados y de diabólico intento que busca los cementerios para revolcarse encima de los cadáveres y alimentarse de ellos. A la media noche, con ojos relampagueantes sale en busca de seres humanos para convertirlos en otros malditos luisones, lo que logra asustándolos y pasando por debajo de las piernas de los hombres que sorprenden en su maléfico paseo nocturno. A veces jaurías de perros lo persiguen y ladran sin acercársele. Un olor nauseabundo le acompaña, su aspecto hiela la sangre en las venas y enloquece a los hombres que se dejan sorprender.
Su andar termina al clarear el nuevo día, retornando sus humanas formas regresa a sus ocupaciones, donde se lo ve sucio, cansado, esquivo, de mirar doliente y melena desgreñada. Las gentes no saben si tenerle lástima o sentir repulsión ante la duda hiriente de que sea o no Luisón.
Es similar el caso de los vampiros, al presentirlo todos se santiguan y callan. Es el hombre lobo temible y de hábito atroz, capaz de hacer perder al hombre su condición humana transformándolo en penante bestia y demonio. Devora la carne de los muertos y el alma de los vivos. No conocen los Guaraníes mayor desgracia que ésta, por eso huyen de él.
Dice la mitoreferencia que al nacer Luisón brilló en los cielos la conformación de estrellas conocidas como Las Siete Cabrillas en señal de que la maldición que afligía a Taú y Keraná había cesado, Según la Mitología Guaraní [de Rosicrán] este monstruo y sus seis hermanos deambulan sobre la tierra.
En diversos países, incluso India, y los de Europa, este supuesto es conocido.
Fuente: Tomás L. Micó: Mitos y leyendas del Paraguay
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