Créase o no, hay cosas que no tienen explicación aparente; cosas o sucesos que entran en el plano del misterio, de lo insondable. Ese es el caso de una canción muy popular hace poco más de un siglo, llamada La Magdalena, y que era muy ejecutada a pedido de los asistentes a las fiestas. Cuentan que, con el tiempo, cada vez que se ejecutaba la canción, les sucedían hechos muy extraños, rayanos a lo macabro, a los músicos que osaban interpretarla, que incluso, en un momento dado, la propia Iglesia católica prohibió su difusión, por considerarla perniciosa.
Una anécdota al respecto la recogió el musicólogo Juan Max Boettner:
Carta de Pablo Pedro Maldonado al Dr. Juan Max Boettner (xx)
Cuenta Pablo Pedro Maldonado (237) que existía una polca de autor desconocido, llamada La Magdalena, considerada ”maléfica”, tanto que ningún músico quería tocarla. Refiere lo siguiente nuestro informante:
”Unos compañeros míos venían de vuelta de tocar en un baile un poco alegre y encontraron en el camino un grupo de cruces y resolvieron darle una serenata a esos seres. Empezaron a tocar ”La Magdalena”; así estaban cuando notaron la presencia de una mujer que venía llorando. Con gran desconsuelo les pidió que fueran a tocar en su casa, pues se le había muerto su hijito. Ellos accedieron y la mujer caminando adelante los guiaba. Cuando, sin darse cuenta, se encontraron en las puertas del cementerio El Mangrullo. Había desaparecido la mujer. Esto pasó al violinista Isidro Benítez, jurando desde entonces no tocar más La Magdalena”. |
(xx) Del libro Música y Músicos del Paraguay, del Dr. Juan Max Boettner. Este libro fue editado por primera vez por Autores Paraguayos Asociados (APA) -1956-;y reeditado por la Revista Paraguaya FA-RE-MI, en l997.
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