Un original traje de encaje ñandutí, hecho a mano con 13.000 m de hilo color rosa, es la nueva tenida de la protectora de los luqueños, Nuestra Señora del Rosario. Eusebia León, artesana de la ciudad de Itauguá, fue la encargada de elaborar el vestido que lucirá la imagen el 4 de octubre en la tradicional misa folclórica.
Por María Teresa Blanco
El novenario de Nuestra Señora del Rosario, de la ciudad de Luque, se inició ayer y estuvo acompañado del “bandera jere” (una especie de procesión enmarcada por bailarinas y banditas) y culmina el 7 de octubre con la misa central en el santuario local.
La protectora de los luqueños cuenta con más de 15 vestidos; el más antiguo que se conserva en buen estado data de 1979, está bordado con hilos de oro y plata, y fue regalado por las hermanas Carmelitas Descalzas. Sin embargo, este año, la imagen de la Virgen estrenará otro traje hecho íntegramente en ñandutí, obsequio de Andrea Lucía González de Ibarrola y tejido por la artesana itaugüeña Eusebia León.
“Este vestido me llevó más de cuatro meses de elaboración, porque es a escala real, del tamaño de una persona adulta. La Virgen es muy grande, tiene más procesos en cada bordado y tuve que poner toda mi dedicación”, cuenta doña Eusebia. El nuevo traje cobró forma a partir de unos 13.000 m de hilo en tono rosa, distribuidos en más de 20 puntos de bordado en encaje ñandutí. Entre ellos, se destacan el dechado estrella, mburukuja, dechado tyvyta, flor de coco, onda, cadenilla, galletita, abanico, takuru, canastilla, karẽ’í, kuarahy, cerrito, tela araña, pira costilla, aguape, vaka pypoe, arapaho, cañoto simple, caracol y aguara ruguái.
“Cada parte tiene como seis bordados diferentes. Traté de no repetir ninguno en cada pliego, para que las personas puedan admirar la gran cantidad de bordados que tiene el ñandutí”, agrega, orgullosa, la artesana. Luego de estos cuatro meses de trabajo, entregó el encaje a la modista para coserle el forro, al tono.
Además de un trabajo muy importante y delicado, para doña Eusebia, el ñandutí es como una terapia, debido a que requiere toda la atención y dedicación. “Doy gracias a Jesús por darme la oportunidad de elaborar el vestido de mi madre María”, comenta esta artesana que teje desde que tiene siete años de edad y lleva más de medio siglo bordando. Entre los muchos trabajos, como vestidos de novia, trajes típicos y otros, este para la Virgen del Rosario fue un gran desafío, primero por ser devota y, luego, por el tamaño de la imagen.
Un vestido de G. 3.000.000
El trabajo, que tuvo un costo de G. 3.000.000, fue encargado por Andrea Lucía González de Ibarrola, quien por segunda vez hace un obsequio a la Virgen de su devoción, protectora de la ciudad de Luque. Además, también se elaboraron la capa de la Virgen y la túnica del niño Jesús, que la imagen porta en sus brazos.
En su haber, la figura de la Virgen del Rosario tiene otros tres vestidos de tejido artesanal: otro más de ñandutí, uno de ao po’i y el tercero de encaje ju.
Entretanto, la tradición de vestir y dejar bella a la protectora de Luque está en manos de doña Graciela Orrego, con la ayuda de Gilberto Riveros. Del peinado se encarga doña Kika Santacruz, hace más de 40 años. Según Orrego, durante el novenario y la fiesta patronal, la Virgen (protectora de almas grises) utilizará tres vestidos. El primer día del novenario lucirá el más antiguo, el que está bordado con hilos de oro y plata; en la misa folclórica, el nuevo de ñandutí; y durante la serenata lucirá el que fue regalado por doña Juana Villagra, con bordados de pedrería y cristales.
“La Virgen del Rosario, de Luque, tiene una gran cantidad de vestidos, pero muchos ya están muy ajados y por eso ya no se usan. Solo los sacamos durante las exposiciones. Sin embargo, trato que nuestra madre luzca la mayor cantidad de las ropas que sus devotos le regalan”, explica doña Graciela.
Misa folclórica
La misa folclórica nace con el objetivo de recuperar la identidad de los paraguayos. Es celebrada completamente en guaraní y se realiza el primer domingo de octubre. El altar es ornamentado siempre con artesanía. Este año será completamente decorado con filigrana, principal producto artesanal de Luque. El año pasado fue de karanda’y, también artesanía luqueña.
Tras la celebración religiosa se lleva adelante la procesión de la imagen en tres etapas. La primera, en caravana de vehículos desde el santuario hasta la Fuerza Aérea; de ahí sube en helicóptero y desciende en el estadio Feliciano Cáceres, cancha del Sportivo Luqueño, y es trasladada hasta el santuario en carro estirado por dos bueyes. Cierra la jornada con un karu guasu y peña folclórica.
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